martes, 19 de junio de 2012

La poesía lírica entre los Incas


Lo que bien sabemos sobre los incas es que tenían un sistema de nudos o Kipus con el cual podían representar sus ideas. El sistema de kipus, con sus nudos de colores diferentes, colocados a diferentes alturas sobre un cordón, constituye un momento claramente definido en la evolución de las formas de expresión grafica por las que la mayor parte de los grupos humanos pasan. Aunque los kipus numéricos fueron los mas numerosos, algunos autores creen que,  esos, hubieron kipus ideológicos, en los cuales los nudos y su colocación en el cordón se hallan en relación con un texto histórico aprendido de memoria o con un texto literario. Se cree que los kipus servían para mucho mas que una mera ayuda para la memoria y recordar números. Es posible que este sistema de nudos también servia para repetir poemas, leyendas, historias y leyes.
"La poesía quechua -dice Riva Agüero- es blanda, casta, dolorida, de candoroso hechizo y bucólica suavidad, esombrecida de pronto por arranques de la más trágica desesperación" Aunque este juicio pueda resultar exacto, se ha exagerado, sin embargo, al decir que los hombres que poblaron el Tahuantinsuyu -o imperio de los incas- constituyeron una nación siempre triste, en la época de poderío y ufanía; cuando la tierra temblaba al paso de los ejércitos de Pachacuti o de Túpac Yupanki, el inca no era un pueblo melancólico; tal vez lo haya hecho así el cautiverio, la expoliación, la humillación y el despojo de que ha sido objeto por parte de los conquistadores blancos y sus descendientes. La descripción de las grandes fiestas como la de Intip-Raymi, la del Huaracu, la de Situa, la de Cusquie-Raymi y tantas otras que nos narran los cronistas de Indias, con profusión de color, de movimiento, de ritmo, de fuerza, demuestran que si no eran una nación bulliciosa y alegre, tampoco estaban dominados por una melancolía general, como con harta frecuencia se sostiene.
Según el  antropólogo, arqueólogo, etnólogo e historiador español José Alcina Franch hay que olvidar las nociones básicas de versificación española para comprender la estructura del verso en el poema quéchua. La musicalidad, la medida del verso en relación con la música que serviría para cantarlo, son elementos fundamentales variables. Los arawikus o poetas incas siempre prefirieron los versos cortos, de cuatro, cinco o seis sílabas y raras veces los de ocho. Los poemas incaicos mas comunes tratan del hombre poniéndose en contacto con la divinidad donde expresa sus sentimientos religiosos. Es entonces una oración aunque puede ser un himno. Estos poemas son mejor conocidos como jaillis sagrados. De los jaillis como oraciones es muy común encontrar al hombre tuteando al Dios. Viracocha, el Dios creador, es el Dios al que más se dirigen en estos poemas. El jailli sagrado era cantando en festividades religiosas, acompañado de música y posiblemente de danza también.
Otro tipo de poema quéchua es el jailli agrícola. Este tipo de poema es una canción realizada por los campesinos para descansar de su tarea, alude al trabajo concreto que ha reunido a hombres y mujeres en el campo. El wawaki, similar al jailli agrícola era una canción de tipo dialogada. El wawaki parece tener una directa relación con las festividades a la Luna, provoca acercamientos entre ambos sexos: de ahí que los temas mas frecuentemente desarrollados en estos cantos se refieran al amor fácil entre jóvenes, conquistas y galanterías. Al arawí es conocida como la canción amorosa. De este genero nacen dos otros tipos de poemas o cantos amorosos. El primero es elwayñu que es caracterizado por el amor leve, puro, lírico. El segundo tipo de poema es conocido como el qhashwa. Esta es una canción cantada y bailada por parejas de jóvenes en las sementeras. Por último, el urpi (la paloma) viene a ser una canción nostálgica y doliente en la que se canta el dolor del poeta. Por eso pueden llamarse poemas causados por la mujer-la paloma.
Quita Urpi
(La Paloma Agreste) (ejemplo de un poema urpi)
¿Qué viene a ser el amor
palomita agreste,
tan pequeño y esforzado,
desamorada;
que al sabio más entendido,
palomita agreste,
le hace andar desatinado?
desamorada.
Oración Primera al Hacedor
(ejemplo de un poema jailli sagrado.)
!Oh Wiracocha del principio del mundo,
Wiracocha del fin del mundo,
Wiracocha principal y bello!
!Oh Creador, Providente!
que diciendo:
”Sea el hombre,
sea la mujer”

a todos hiciste.
Creado y colocado
por ti (en este mundo)
pacíficamente
y sin cuidados
viviré.
¿Dónde estás?
¿estás afuera?
¿estás adentro?
¿estás en las nubes?
¿estás en la sombra?
¡Escúchame, atiéndeme!
¡Concédeme este ruego!
Hazme vivir
por tiempo indeterminado,
protégeme, susténtame!
Y a través de esta ofrenda
recíbeme,
donde quiera que estés,
¡Oh Wiracocha!
Madre Luna
(ejemplo de un poema wawaki)
Luna, reina y Madre
por la bondad de tus aguas,
por el amor de tus lluvias
estamos llorando,
estamos sufriendo.
La más triste de tus criaturas
de hambre,
de sed
te está clamando.
Padre, conductor del mundo,
¿dónde estás,
en el cielo,
en la tierra
o en algún otro mundo cercano?
Obséquiale con tus lluvias
a este siervo,
a este hombre
que te implora.


Coexistían, en el Tahuantinsuyu, dos tipos de población: la de los "IIactarunas" o nativos, que eran los conquistadores, los fuertes, los amados o descendientes de Inti, el Sol y de Pacha Quilla, la deidad lunar, los que hallaban altaneros el mundo de Pacha Mama, la tierra, para los cuales no había motivo de tristeza, y la de los "mitimaes" o masas de pueblos vencidos, que eran dispersadas por distintos puntos del imperio, a fin de que, disueltos en el conglomerado mayoritario del elemento étnico incásico, desmayaran sus rebeldías, enflaquecieran sus bríos levantiscos y de padres a hijos se borrara el recuerdo de sus nacionalidades, como si hubieran sido un sueño. Los "llactarunas" tuvieron una poesía oficial: de ellos fueron los cantares de gesta, como el de Manco Cápac y los Ayar, como el de Yawar-Waka, el de Pachacuti, el de Anco Huaillo y otros cuyas prosificaciones y refundiciones forman la materia prima elaborada por los cronistas españoles y mestizos; de ellos fue el jailli -himno, ya religioso, ya heroico-; de ellos fue también el teatro.
La poesía triste, la esencialmente pesimista y doliente, fue la de los "mitimaes". Los traslados, por la fuerza, de poblaciones en masa, dieron lugar a separaciones y a conflictos afectivos: padres alejados de sus hijos, amantes arrancados de los brazos, uno del otro, hermanos que nunca se volverían a ver, y cónyuges cuyos vínculos eran rotos brutalmente. La congoja del amor, el mal de ausencia, como bien lo hace notar Luis Alberto Sánchez, dio origen al género poético que cultivaron los "haravecos"; en cambio, la literatura oficial fue elaborada por los "amautas". Dentro de ésta hay asimismo, un elemento que juega un papel preponderante en el imperio incásico: el religioso. El cielo era, para el hombre del Tahuantinsuyo, un imperio divino: lo había creado Inti, el Sol, un inca celestial, rodeado de un cortejo de estrellas vasallas, entre las cuales de destacaban Chaska -el paje solar, el planeta Venus- y el rojo Pirua -el planeta Marte- al cual, según viejos cantares épicos, ascendió Manco Cápac después de su muerte. Los incas superaron tal vez en los últimos tiempos la concepción cataclísmica de las edades del mundo y concibieron al cielo estrellado como armonía; en cambio, los aztecas y demás pueblos del México central, lo vieron como conflicto, como una tremenda lucha de dioses por el dominio del universo. Entre los nahuas imperaba el espanto cósmico; entre los incas, éste parece haber sido bastante aminorado.
Hay un himno que el autor anónimo pone en boca de Manco Cápac; todo él está presidido, no por el duro signo del miedo, sino por un sentimiento afectuoso y confiado, aunque se adivina también el orgullo del monaca divinizado, que se siente capaz de conversar con la suprema deidad. El "Jailli", que damos en la traducción de Jesús Lara, comienza así:


"Viracocha,
poderoso cimiento del mundo,
tú dispones:
-Sea éste varón, sea ésta mujer..."
Ello nos revela que los incas creían en la llamada "doctrina del nombre", la cual se observa en las literaturas de los pueblos primitivos: entre los sumerios y babilonios, entre los egipcios, los chinos, los hindúes, los hebreos e incluso entre los mayas americanos, como lo señala el Popol Vuh, su principal libro sagrado. Según éste, para crear un objeto es preciso pronunciar su nombre, en medio de determinados ritos mágicos. No obstante, otros traducen dicho pasaje de distinta manera:


"tu dispones:
-ya seas varón
ya seas mujer"
y en tal caso habría que considerar si los incas concebían a la divinidad como a una fuerza bisexuada o cuyo sexo no puede determinarse.


"Señor de la fuente sagrada
tú gobiernas hasta al granizo.
.................................................
Oyeme,
Tú que pemaneces
en el océano del cielo..."
Los pueblos primitivos -los incas entre ellos- concebían al cielo como a un mar de arriba; cuando se abrían sus compresas caían las aguas en forma de lluvia. Hay muchos viejos relatos egipcios que se refieren a la barca del Sol; también puede citarse al respecto el texto hindú con que se inicia el Manava Dharma Sastra e incluso los versículos 6, 7 y 8 del capítulo I del Génesis bíblico, así como las concepciones cósmicas de los aztecas y los mayas. El poeta pregunta luego al dios Viracocha:


"¿Dónde estás
-como si no fuera
yo hijo tuyo-
arriba, abajo, en el intermedio,
o en tu asiento de supremo juez?"
Aquí el autor anómimo inquiere, asombrado, la razón por la cual la deidad se esconde de sus hijos y cuál es el lugar donde misteriosamente mora; estas preguntas anuncian una evolución del pensamiento de ese pueblo porque ya no da al dios superior una residencia concreta, como se encuentra en la concepción de otras naciones primitivas.
Aparte de los himnos cantados en loor a las deidades, puede observarse que la poesía lírica de los incas presenta suaves versos, llenos de musicalidad, como que son hechos, un poco de suspiros de quena, un poco del blancor de sus montañas; a veces son extraordinariamente breves, pero de una dulzura que se expande como un perfume; tal este ejemplo:


"Las gotas de agua
que en las flores amanecen
son lágrimas de la luna
que de noche llora."
En otro "taqui" o canción, el "haraveco" anónimo se lamenta de no tener un "quipu" para contar, tristemente en él, todas las cosas hermosas que día a día desaparecen, pero también aspira a que ese "quipu" sea digno de dichas bellezas fugitivas -simbolizadas aquí en flores y lunas- y por eso quiere uno que sea del pelo milagroso de una llama de oro y que a la vez resulte resistente y suave:


"Una llama quisiera
que de oro tuviera el pelo.
brillante como el sol,
como el amor, fuerte;
suave como la luna
que la aurora deshace
para hacer un quipu
en el que marcaría
las lunas que pasan,
las flores que mueren."
El tema de los "mitimaes" dio también hermosos, pero tristes cantos de amor; la amada ausente es comparada con la "urpi" o paloma, a la cual se busca continuamente.


"¿Dónde estás, mi urpi?
De noche y de día te busco.
Acaso lloras, perdida
por una "jalca" lejana
sin tener como volver.
Pregunto a todos por ella:
tal vez encuentre su rastro
para correr en su busca.
¿Dónde estás, mi urpi?
De noche y de día te busco"
Esos son algunos de los temas de la poesía en el imperio de los incas, pero las recopilaciones o copias hechas por distintos autores: Molina, Salcamayhua, Wamán Poma, Farfán, Mesa, Alomías Robles, Anchorena, Basadre, e incluso las colecciones de Vázquez y Méndez nos muestran variantes en la temática: así, los cantos a Pacha Mama, deidad agrícola, a la cual se ruega que tenga al inca quieto y pacífico sobre la vastedad de su suelo o que de vicuñas al cazador y no le haga sufrir el vértigo de las montañas. Otros textos son inspirados por diferentes temas, como ser el de la lírica heroica de los guerreros incas que cuidan la seguridad del imperio, desde el estratégico e imponente fortín de Sacsawamán, que cierra el camino de las invasiones a Cuzco y que armados de honda y de maza saben que les está confiado, a la entereza de su sangre, el honor del imperio y la vida de sus esposas y de sus hijos.
Sarmiento de Gamboa recuerda que "en las fiestas del triunfo los prisioneros iban con ropas largas y borlas para distinguirlos; marchaban con los ojos bajos y así entraban en la imperial Cuzco. Los vencedores iban representando sus victorias con danzas y música y llegaban a la casa del Sol donde depositaban sus despojos".
Y lo mismo afirma otro cronista, Montesinos, al señalar que "representaban las hazañas en figuras pintadas y coreográficas, acompañadas de narraciones y cantos".
Las canciones de prisioneros, las canciones para alejar los pecados en el momento de quemar el "Ischu" y también las rondas que danzaban las parejas de jóvenes, de noche, junto a las sementeras, al compás de la "antana" y de la "quena", en las fiestas de la recolección de las cosechas, son ejemplo de una poesía musical que se encarnó en el alma de un pueblo y que no ha muerto, porque aún se escucha en la lejanía de la puna, en los valles andinos, en los desfiladeros , jundo a las ruinas de los "tampus", al pie de las "huacas" y las "achachilas", en medio de los rebaños de "llamas" y de "alpacas", distribuyéndose su pentatonía en notas suaves de luz y sombra y que nacieran ya de la "quena" soñadora, ya del "pingullo" largo y sonoroso, ya del "charango", hermano indígena de la vihuela.
Hoy, si, esa poesía es un lamento fino y prolongado, una queja como la del pájaro "pukuy-pukuy", las lágrimas de una raza oprimida hecha sonoridades difusas; mañana tal vez sean trueno.
Citemos, en fin, por último, algunos fragmentos de un canto de amor, donde se expresa, con gracia y delicadeza, esa añoranza que se siente por la amada ausente, que demuestra la sensibilidad íntima de la poesía quechua. En este poema, también traducido del quechua por Jesús Lara, la separación se produce por la negativa de los padres de la muchacha a entregarla como esposa al poeta:


......................................................................
"Si fuera flor de chinchircoma
en mis sienes y en el vaso de mi corazón
te llevaría.
Pero eres un engaño
igual que el espejo del agua.
Igual que el espejo del agua, ante mis ojos
te desvaneces.
¿Te vas, amada, sin que nuestro amor
haya durado un día?
He aquí que nos separa
tu madre desleal para siempre
He aquí que la enemistad de tu padre
nos sume en la desgracia.
¡Cómo el recuerdo
de tus ojos reidores me embeleza!
¡Cómo el recuerdo de tus ojos traviesos
me enferma de nostalgia!..."
Dejemos que el "haraveco" o poeta inca taña su quena, suave como la luz de una estrella, dejémosle que se aleje, hermanado con su sombra, que la luna pinta en la puna; como pájaro sin nido dejémosle alejarse. Tal vez la música de su corazón sólo sea escuchada por su rebaño de llamas y por la naturaleza demoledora, calcinada e incomprensiblemente sorda.
La poesía de los incas fue de carácter sentimental, agrario, pastoril, religioso y guerrero. Casi todas fueron expresadas por medio del canto, lo que advierte que la música fue una magnífica compañera de la poesía.
Tenían el carácter de invocaciones, plegarias y loas. Se hicieron poemas en honor a los dioses, como esas bellisimas composiciones que recogieron los cronistas sobre Huiracocha y el sol, que exteriorizan el alto grado de espiritualidad que alcanzó este pueblo; son muy emocionantes y traducen el gran deseo por saber algo de sus dioses.

miércoles, 3 de agosto de 2011

Campo Eterno





Las manecillas del reloj apuntaron las 12, y ella no podría imaginar lo que le acontecería aquella noche.
Pestañeando varias veces atizando su visión, observo a su alrededor.
- ¿Sabes dónde estamos?- preguntó espantada
(-Afrontémoslo: hemos muerto y con nosotros el último de nuestros recuerdos.)
- ¡¡imposible!!- exclamo.

Mientras seguía en guerra con su otro yo. Y la presencia de la muerte se escuchaba bajo las estrellas. El  sentido de la orientación seguía siendo nulo. Una sensación siniestra la traumatizaba. Implorando a la benevolencia, decidió explorar camino, junto a ese pálido remedo, llamado “yo” que le seguía como sombra. Que sólo se atrevía a fisgonear de rato en rato para estudiar su cara. 

- Estamos en hakeldama campo de sangre. Se pronuncio una voz en graznido
Un olor polvoriento se percibía en el aire. Un vacio y un silencio inusitado reinaban en los campos. Doliente y parturienta en su alma, ese otro “yo” le susurraba:
(-Recuerda, más lejanos del infierno que del cielo. Extremada y desigual, excesivamente humana, así es el alma.)
 -¡Basta!, ¡Ya calla! Lo que sea que este viviendo. No es una realidad. Es solo un sueño. Emergeré de esta gris sustancia, y volveré ver el Sol detrás de la niebla plomiza…

 (-Que ingenua eres, ¿no te das cuenta aun verdad? Estamos en el trecho donde concurre el abismo, donde palabras en tinta, donde habita un suave cerco de ternuras desgarradas. Afligidas y confusas,  hasta los dedos herida. Y una aterida Magdalena esta empapada en Calvario.)

 Ella dio un gran suspiro y resopló agotada
.- No puedo más seguir discutiendo contigo. Estoy exhausta de recorrer por estos senderos, con olor de llantén polvoriento, trochas inseparables, deambular sobre huellas de rueda  y cascos de caballo.
 Descanso un momento. Tenía los pies lastimados por pisar la tierra áspera, por la que transitaba sin sentido.
Después de algunos minutos se incorporo y junto a ella, un riachuelo de lluvia, se paro frente a su propio reflejo, mirándose extrañada y sin dudar dijo – está bien continuemos
Se encamino hacia un antiguo pantano. Cuanto más se aproximaba, mas avanzaba la neblina ligera al comienzo, pero se espesaba con demasiada rapidez y se condesaba.
La oscuridad no le asustaba mucho, recordaba ese lugar desde cuando había cruzado el umbral de los sueños. Lo conocía desde el más horrible presagio, de una nostalgia olvidada, ya lejana, pero incrustada muy profundamente en el corazón, Vagaban allí buitres de bruma, chacales de espino, senderos inhóspitos, bancos de niebla y otra serie de inquietudes imposibles de mostrar.
De pronto un espectro seccionado desde el rostro, se le apareció.  Inhalo su aliento aguardentoso.
Este le hablo:

 -Voy a derraparte de peligro, que la dirección no te asista, sorberte de un trago egoísta, en cada curva el abismo; que la penumbra te cubra en esta senda suicida.
 ¡Caray! ¡Un demonio!
-¿Empezarás a hablarme de los cuatro evangelios o de los cuatro jinetes con galope inmortal? - dijo ella con un sarcasmo sin igual.
- O de la Luna congelada, las serpientes enterradas, el hedor de muerte, en los desiertos de dunas pintadas con crayolas doradas -Te cruzaste en mi senda. Maldita estampa de muerte. Una mañana sucia y fría. No me estremece el dolor, ni tu rostro, tan oscuro, ni lo hediondo de tus hostiles labios.
 El demonio en toda su esencia se perturbo y se alejo de ella.
 Janet prosiguió su camino y se dirigió al refugio de los bajos goces, a las catacumbas del alma, donde en las decrépitas vías versos negros nos alumbran. Reposan, las siniestras liberadas; y una virgen casi inmaculada se resigna.

 -Es este el lugar donde se alojan las ánimas en tumba perpetua, y se funden quebrados, y ausentes en su lecho suspendido. Se niega el derecho de existir, y porque no, de sucumbir.-dijo Janet
 (-¡Oh! Alegorías y más alegorías, luego escribes sobre más…. alegorías, por arrancarte un poema y así burlar el silencio que se consume en tu boca y bla bla bla….)
 Ciñendo la frente, Janet intercepto su mirada en un pocillo de agua que se confundía con la niebla, y busco a ese intruso llamado “yo”, que tan solo era un reflejo, un rayo de luz oscuro y pregunto
-¡Dientres! ¡Que no puedo decir nada sin que me estés cuestionando algo!
(-Soy lo que ves, soy tus palabras enganchado a tu aliento, ¿cómo quieres que no te cuestione todo, cuándo lo cuentas todo? Lo que quieras que sea soy; un sentimiento si es lo que anhelas, un canalla encontradizo, una bestia, una luz, una balsa en la tormenta, o quizás un brote de ira, que no acaricia ni tu risa.)
 Uhm…Está bien lo que quiera que seas serás, ¿no es verdad?; Bueno, haz algo por mí, suicídate y ¡déjame en paz!
 (-no, no puedo). – ¿¡Por qué no!?
-Porque soy la mente más brillante, la rabadilla del poeta disidente, un anacoreta sin rumbo, un faro abierto a mi mundo.
 -¡Ja! ¡Vaya! Para el colmo me saliste narcista y arrogante
 (-Soy lo que de mi quieras tomar, una verdad medio quimera, una ilusión medio real.)
 -¡Aayyy! Entonces vuélvete un ser en la nada. -(La nada es algo aun sin verla).
 ¡Oh Dios, ya basta! Está bien, no pensare, no hablare, ¡Y no te responderé mas y sabes por qué! ¡Porque morí! ¿Recuerdas? ¡La lógica es, que, ya muerta no puedo responderte porque los muertos no hablan y son absolutamente nada!
 (-Te dejare tranquila, si es lo que quieres, seré la palabra frente al abismo.)
 - ¡Caramba por fin!.- Dijo Janet, mientras vagaba en ese nirvana, punto de fuego, donde ángeles susurran en sangre  y se vive un osario de lágrimas.
Aquí las ánimas ceden a la mísera suerte, algunas reducidas a cenizas, otras en goce de gloria, y las masas reposan sobre sarcófagos de frío leño. Deshaciéndose en abono, junto a la tierra para un campo, que yermo, se desangra. 
  -Un sorbo de muerte para ti.- Grito un ángel de alas negras. Mientras le anunciaba un enmarcado atardecer de  desnudes y sopor en ataúd; Janet buscaba aliviar su angustiante y penosa soledad, sobre las arenas de suelo húmedo, que pisaba, buscaba desplegar, descender de ese sueño en el cual estaba.
Luego inesperadamente, entre la niebla apareció el agua tan gris como la neblina, con pequeñas olas chapoteando contra la orilla fangosa. El agua se confundía con la niebla en una bruma tenebrosa. Y no se oía ni un solo sonido. Había oscurecido casi por completo cuando llego a ese estrecho riachuelo pantanoso. Después de haber comprendido más o menos donde estaba sintió alivio.
Pero, ya casi hacia a lo lejos ver y oír la voz, de un pequeño niño con no más de 13 años., de bonita sonrisa; de aquellas que pueden decirte no temas, cabello negro, lacio y corto. Advirtiéndole de esos vientos que llamaba a la blanca y cegadora luz de la muerte al final del túnel
Abrió una Biblia y escondida entre sus páginas centrales trozos de espejos, matices quebrados de esa lente de aumento que Dios olvidó graduar.

- El sereno trae a mi memoria, tu existencia; de mis años de infancia, ¡sí!, te reconozco, eres un familiar cercano, te diviso sentado frente a nuestra mesa desde el malecón.- Janet le dijo aquel niño.
-Me recordaste, ahora escúchame bien, en la vida nunca te ofrezcas vencida, ni entre tus alas resbalen brotes de ira; ni cuando se mojen tus ojos, por una diestra vencida de un ser querido, que se reclame acunar en los cielos, ni retengas el imperdonable momento, ni a la  impiedad que ruge, por dentro.
 Aquel niño era un ser que buscaba de algún modo transmitir el mensaje que le había sido encomendado. Janet se sintió, extrañada por todo lo oído, anhelando aquellos plácidos días de significativa, existencia. Sin soñar sudor de sangre. Ni preocupaciones. Ella jamás podría tener la más mínima idea de lo que le aguardaba el libro de significados de los sueños.
  -Tengo que proseguir mi camino antes que este clima seco y propicio momifique mi cuerpo, mi piel se adherirá a mis huesos quebrados y lentamente me convierta en arena hirviente.
 - Ya no hay más que recorrer en estas arenas pantanosas de serpientes zigzagueando debajo de ella. Es hora de tu regreso donde tu pulso es de vida, no hay delirios en escena, y tu futuro es un acto de fe. No hay profecía apócrifa en esto Janet.- Le dijo aquel niño
Una nostalgia juvenil punzante la invadía, la misma que sentía desde que este sueño se repetía con frecuencia, y desde cuando se había trasladado al lumbral de los sueños.
 Angustiada por la sensación  Janet empezó a llorar enjugando sus lágrimas con las mangas de su vestido.
No pasó mucho rato hasta que una mano extendida, de alguien sentado desde al otro extremo del lumbral la despertó.
Este alguien, casi sin ruido, le pasó ligeramente la mano fresca por la cara. Janet se levanto de un salto. El sol ya se ponía detrás de su ventana y se había depositado sobre su rostro la sombra del tejado.
Era su madre quien musitando y como quien arrancando un dolor entre las llagas, le abrazo y dijo hija ponte tu abrigo y date prisa, tienes que ser fuerte tu padre está en el hospital…… 
Austera de un sueño despertó, en un cielo nuboso que recordaba tiempo de llover. La voz de un sueño abismal, presagiaba la usencia de su padre, sin el son de sus palabras, ni su sonrisa placida. Vislumbre la escalera hacia el cielo se cerraba. Con el alma cercenada, un grito y empapada en llanto por el padre y amigo que se fue.